Los trastornos alimentarios son patologías adjudicadas en gran parte a problemas psicológicos que desembocan en un síntoma de conductas alteradas con respecto a la ingesta de comidas. Puede expresarse de diversos modos siendo los más comunes: dietas exageradas, práctica compulsiva de actividades deportivas, ataques de hambre, conducta inapetente, etc.
Probablemente, cuando se habla de trastorno alimentario la primera palabra que venga a la mente de cualquier persona es: bulimia o anorexia y eso es correcto. Pero también se debe saber que existen muchos otros trastornos no tan conocidos y que por tal característica pueden pasar por inadvertido.
Los trastornos en la alimentación pueden no ser siempre evidentes, muchas veces las personas suelen estar dentro de su peso normal pero a la vez, haber adquirido malos hábitos que no se expresan en el cuerpo.
Puede citarse casos en los que la persona come en demasía pero oculta su ingesta calórica inadecuada con un aumento en la intensidad de rutinas aeróbicas.
Es importante entender que al ser procesos mayoritariamente psicológicos se debe tener un especial cuidado de no herir sentimientos o profundizar el estrés de estos pacientes. Una edad crítica es la adolescencia, pues en esta época los niños pasan desarrollarse con mayor rapidez, incrementan su gasto calórico y requieren de nutrientes esenciales para cubrir sus necesidades. Cuando un niño no recibe una alimentación adecuada o bien desarrolla un trastorno alimentario, las consecuencias pueden ser notorias tanto en ese mismo momento como en el futuro. Estudios han demostrado que personas que pasaron por un trastorno semejante en épocas pasadas tienden a asistir en mayor proporción a tratamientos de fertilidad. Es de vital importancia que el adolescente sea acompañado en su proceso de maduración y que ante la mínima inquietud se realice una consulta profesional con el suficiente cuidado de no herir la parte emocional del joven.
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